(note for a friend who wants to commit suicide after the hurricane)
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47(nota para una amiga que desea suicidarse después del huracán)
nadie nos enseña a aceptar la muerte porque la muerte, esa muerte
de latita, queda vacía en nosotros: el gran hueco del carajo que nos
quiere devorar. nadie nos dice como podemos integrarnos al nuevo
mundo imposible del mañana, como se supone que evitemos caer en
el círculo perfecto de una ojera permanente que llamamos darle cara
al día. mana, ¿cómo no entenderlo? esa es la pregunta que evito con
el fervor organizativo de un equipo de rescate que nunca llega, pero
te voy a decir esto: después del deseo, no siempre viene la muerte. a
veces te encuentro por la calle y brillas como astro o como lámpara
solar, pero igual vales más que todos los generadores (por si no te
lo han dicho mil veces). y otras veces, sin tilde, i.i.i. otras veces, me
llegan tus palabras como una recaudación de fondos que explota y
temporaliza la verdad, como un aguacate espachurrao en la acera,
verdegris de tanto amar. nos toca primero encontrar contestaciones
mejores que estas mierdas automáticas. no lo digo por añadir
responsabilidades, sino para que sepas que, hermana, el intento de
matarnos viene desde adentro como último refugio de un colonialismo
cobarde. vente pacá, que te doy comida y albergue mientras la tenga,
que te añoño y te duplico los abrazos. no podré sanar lo insondable,
pero qué mundo sería este sin tí. qué mundo este que te acosa. sin
rescate, hablemos del futuro. ni realistas, ni visionarios, hablemos
del futuro porque lo encontraremos en la alfombra carcomida, en el té
de campanilla, en el buenos días, hay café de un abrazo confuso y
sincero. tenemos cama y memoria.
tuya para siempre,
raquel